Habilidades de comunicación en nuestra vida profesional

 

En general pudiera parecer que sabemos comunicarnos. De hecho, es lo que hacemos durante casi todo el día: la familia, los compañeros, reuniones, proveedores, eventos… Y es cierto, nos comunicamos como quizás nunca antes lo hemos hecho, pero… ¿es una comunicación de calidad o solo estamos transfiriendo información entre nosotros? Para mí la comunicación de calidad supone un cierto esfuerzo en conectar con los demás a un nivel más humano. Para eso necesitamos pararnos a pensar y tomar una actitud pro-activa tanto en la preparación como en el mismo momento que se produce la comunicación. Pero esto es lo que solemos “olvidar” y convertimos un posible momento de influencia en una simple conversación, que por desgracia y en la mayoría de las ocasiones, es unidireccional. 

Hablar en público es una de las actividades más temidas por los humanos pero también es una de las actividades que más beneficios puede reportarnos. Más allá de la visibilidad que obtienen aquellos que saben comunicar y lo ponen en práctica, tener unas buenas habilidades comunicativas puede poner en marcha otro tipo de habilidades ocultas o no desarrolladas a su máximo potencial: empatía, trabajo en equipo, capacidad de influencia, liderazgo, etc…

Creo que el fallo que generalmente cometemos está en no considerar los momentos de comunicación como lo que son: oportunidades únicas para crear, afianzar o potenciar la relación con aquellos con los que nos comunicamos. Momentos únicos para transmitir ideas, valores o creencias. Situaciones de influencia para ayudarnos a comenzar, continuar o cambiar en nuestro camino.

En una época con exceso de comunicación digital podemos pensar que ya estamos suficientemente conectados pero, lo que realmente ocurre, es que aunque la comunicación, en general, es mayor que en cualquier otro momento de la historia, la personal empieza a resentirse. Todos tenemos ejemplos en los que hemos delegado en lo digital para evitar hacer la llamada o mantener una reunión. Quizás no haya nada malo en ello, pero hemos perdido una ocasión de oro para conectar a otro nivel. De eso estoy seguro.

Desde mi punto de vista, las reglas de oro para comunicar de manera eficaz son:

1) Saber bien qué idea queremos comunicar:

Parecen ideas básicas y sencillas. Y lo son. Pero no por ello las llevamos siempre a la práctica. Detenernos un momento para pensar sobre la idea principal que queremos comunicar nos ayudará a darnos cuenta de que es posible que no lo tengamos tan claro. Piensa por un momento, si ni tú mismo lo tienes claro, puede que lo que intentes transmitir sea una idea incompleta o equivocada. Es fundamental entender nuestra idea para conseguir que los demás lleguen también a entenderla. Básico, pero no llevado a la practica con asiduidad. 

Saber lo que queremos comunicar pasa también por creer plenamente en la idea que queremos transmitir. Dentro de los procesos de influencia es vital que la persona que comunica transmita no solo la confianza sino la convicción plena en las ideas que está transmitiendo. Si no es así, tenemos un pequeño radar que lo detecta y nos hace desconectar. Pensamos algo así como: “si no te importa a ti, porque me iba a importar a mí”.

2) Conocer bien a quién queremos comunicar:

Tenemos claro que no es lo mismo hablar para un grupo de técnicos, que para un grupo de directivos, que para nuestros clientes o para un compañero de trabajo. Pero entonces, por qué casi siempre realizamos el mismo discurso independientemente de la audiencia que nos escucha.

Conocer la audiencia que va a estar escuchando es algo muy valioso que suele no tenerse en cuenta. Si conozco mi mensaje y se cómo modularlo para conectar de manera efectiva según mi audiencia, tengo la mitad del trabajo hecho. Pero conocer a la audiencia requiere esfuerzo. Hay que preguntar y sobretodo hay que saber escuchar para posteriormente modificar nuestro discurso en función de esa información obtenida. Fácil de decir, pero laborioso para llevarlo a cabo. Quizás por ello, olvidamos hacerlo.

3) Dominar las técnicas de comunicación (especialmente las técnicas de persuasión e influencia):

Los dos puntos anteriores son la clave, pero luego tenemos que ser capaces de contar nuestra idea y conectar con esa audiencia. Para ello es necesario adquirir y practicar, sobre todo practicar, las habilidades necesarias de comunicación. Hoy en día esta información está al alcance de todos. No es difícil de aprender. Pero como comentaba antes, necesitarás buscar espacios donde poner en práctica todo lo aprendido. Es la única forma que te va a permitir encontrar tu estilo. Aquello que hace única tu comunicación. ¿Un consejo? Siempre que tengas oportunidad de hablar en público, hazlo. 

Y por último me gustaría definir bien la frontera entre influencia/persuasión y manipulación:

La frontera entre estos conceptos, aunque parece no ser muy clara, la verdad, es todo lo contrario. Hay un límite entre lo que se puede considerar influencia o persuasión y lo que es manipulación. El límite, como en muchas otras cosas en la vida, reside en la ética personal. Es algo que ya los filósofos griegos dejaban claro en sus afirmaciones. El mismísimo Aristóteles hablaba sobre ello en su tratado Retórica. Él lo denominaba “Ethos” y formaba parte fundamental de la comunicación interpersonal. 

El problema viene porque confundimos términos y pensamos que persuadir es manipular, pero como puedes comprobar hay una importante diferencia entre ambos conceptos. 

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